lunes, 28 de marzo de 2011

En 25 lineas o menos

Cuando se miró al espejo se dio cuenta que ya no era la misma, los años habían hecho mella en su rostro que, aún hermoso, dejaba entrever el lamento inconsolable de quién lo ha perdido todo y sigue vivo. Él, había partido hace dos meses y ni su juventud, ni su belleza indiscutible, ni su talento como actriz, ni sus dos hijos lograban hacerla sentir mejor, tampoco las pastillas para dormir, ni la promesa de Dios. Ella, sencillamente quería morir. La pelea de aquella noche había sido por el mismo tema de siempre: la diferencia de edad entre ambos les distanciaba y entre las cosas que él reclamaba, se encontraba el que la vida de ella ya estuviera a medio andar, no había espacio para él ni siquiera en las fotos felices. Ella con su presencia lo llenaba todo, aunque así, sintiéndose como una mosca a medio morir, reflejaba todo lo contrario.

Perdida en en aquél vídeo, en su perfume y en las 3 prendas de ropa de él de las que no había logrado deshacerse, Cibele se quitó la ropa y así, desnuda, recordó las muchas veces que se había hecho dueña de su cuerpo. Él había jurado que la amaría para siempre, gritaba y golpeaba el espejo entre ahogos. No es así que viven las mujeres bellas, pensó. Frustrarse es una emoción pensada para otra gente, no para ella que cubriéndose en el suelo con la franela gris, quería consumirse, arrancarse el tatuaje del brazo a mordiscos y su recuerdo a como diera lugar. Logró ponerse en pie y como pudo corrió hasta el balcón, se trepó a la baranda y sin pensarlo se dejó caer de frente para poder besar el mismo asfalto, contra el que él decidió morir hace dos meses ya.

Dedicado a Cibele Dorsa, que ayer decidió saltar.  

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