miércoles, 2 de febrero de 2011

Bailoterapia

A mi los miércoles me da bailoterapia un gordo. Y ustedes dirán que un gordo siendo profesor de bailoterapia es casi un chiste, pero no. A parte de ser un bailarín muy efusivo que nunca se detiene, como muchos otros profesores sí hacen, este gordo huele divino. Suda un perfume que no logro atinar cual pueda ser, a qué diseñador afamado se le ocurrió la combinación que dio con ese preciso aroma tampoco lo sé,. Lo que sí se es que en cada paso eufórico de jala jala y bogaloo, a mí me dan ganas de preguntarle al gordo si sale con alguien.

Lo respiro desde lejos y pienso en aprovechar un "error" para tenerlo más cerca y, finalmente, decirle: gordo, tu y yo ¿no crees que hacemos linda pareja? tú con tus manotas bien cuidadas, yo con mi cara de primera actriz, no nos veríamos chéveres comiéndonos un helado por ahí? y pum,  una compañera de cardio torpe, zaz un giro inesperado, ahhhhhhhh, el mundo se torna lento cuando voy camino al suelo de parquet pulido, a punta de merengue bomba y zapatos nike.

Quien me detiene es justamente el gordo, el profe mejor dicho. Me lleva de la manito con mi patita torcida a la sala de máquinas y yo, entre queja y olisqueo, entre llorosa y contenta, recordando la propaganda que decía: al gordo me lo dejan a mi, me digo a mí misma: joder! pero  ¿si a ti ni siquiera te gustan los gordos?, Sin embargo, ese  estupor en el que me tiene este brujo del olfato, el grenouille del cha cha chá, es una treta injusta para una amante de los olores, como lo he sido desde que tengo memoria olfativa.

Muy delicadamente, debo decir, el gordo me conduce hacia la máquina en la que muchos hombres musculosos ejercitan sus abdominales durante el día. ¿Te duele?  no, ¿te duele? no, ¿te duele aquí? AYYYYYYYYYYY, suena mi grito pre orgásmico número 5 en una sala en la que se puede cortar la testosterona y los deseos homosexuales reprimidos, con un cuchillo.

Ya en la clase escuchan "baila mi rumba lambada" de Natusha, y las manos del gordo están en mi tobillo izquierdo fingiendo experticia en sanación. A la vez, mi nariz anda de cabo en período de reconocimiento, bajando las planicies de su cabeza, tomando su cuello en la cercanía para que el xénit de mi rostro se entretenga, i nariz parece ahora la de un roedor con hambre. Hacerlo mío, apropiarme de cada gota de sudor perfumado sin que nadie note el placer que siento. Mi cara se ladea, mis ojos se entrecierran y sobreviene una bocanada de, ¿ANDANTOL? Ésto te va a ayudar para que no se te inflame el tobillo, dijo.

Ya desprovisto de su encanto odorífero, eramos 2. Una mujer con el pie torcido y un instructor de baile, entradito en kilos, que me sobaba el pie. Ahi murió el amor entre el gordo y yo. Murió por una torcedura de pie que me hizo verle sin olores de por medio.

2 comentarios:

  1. Co.. Ya me habia imaginado llevandote la cola :(

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  2. Yo también...créeme. Por ahí ya me dijeron que me hace falta un novio, pero ¿basta con uno sólo? es algo que todavía estoy meditando.

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